Dos meses han tenido que pasar para poder sentarme a escribir este artículo. Dos meses después de que viviera, en mi propia persona, un suceso tan dramático. Dos meses de la muerte repentina de mi padre.
Llevo conviviendo con el duelo ajeno desde hace muchísimos años, acompañando a cientos de personas en ese camino tortuoso y angosto del sufrimiento incomprendido. En el que he visto a madres destrozadas, hermanos marcados de por vida y abuelos encomendándose a todo lo que podían para no caer en la desesperación y el llanto eterno.
Pero ahora me ha tocado a mí. Ahora sé qué es sentir un vacío inmenso que nada lo llena. Ahora sé qué se siente cuando lo que no se hizo o no se dijo te atormenta…Ahora sé lo que es sufrir sin consuelo.
Pero este artículo no quiero escribirlo desde el dolor, sino desde la reflexión. Much@s sois los que me leéis y sentiréis sensaciones parecidas porque ya os “ha tocado” pasar por algo así; y otros much@s estaréis temerosos porque ese día pueda llegar. A todos va dirigido este artículo, porque todos sois sufridores en alguna medida.
Tengo la suerte de dedicarme a una profesión que me expone constantemente a este tipo de dolor. Para muchos, es denominado “un calvario constante”; para mí, una oportunidad de afrontar y preparar la mente para lo que la vida me depara. Por eso, quiero transmitiros mi experiencia; quizás, pueda ayudaros.
Vivimos en una sociedad que nos aleja constantemente del momento de la muerte, que huye de ella y que no sabe afrontarla adecuadamente. Nadie nos prepara para algo que, antes o después, llegará. Nos hablan de buscar un futuro mejor, de preparar una jubilación, de ser cautos con los ahorros, de prevenir la salud…¿pero quién nos forma para afrontar algo así? Para mí, esta es otra de las grandes lagunas que tiene la educación occidental.
Por tanto, el proceso de preparación emocional ante un suceso así tiene que ser responsabilidad nuestra. Y, desde mi punto de vista y mi experiencia propia, se puede hacer. En estos momentos de mi vida me siento mentalmente fuerte como para superar algo así. Si tuviera que reducir mis sensaciones a una sola expresión sería: el dolor me inunda, pero mi mente se mantiene a flote. Y eso es debido a que llevo muchos años anticipando este momento que sabía que llegaría.
La mente se adapta a cualquier entorno, por muy hostil que sea (un ejemplo de ello es el conocido Síndrome de Estocolmo). Es decir, la mente podemos “formarla” para lo que necesitemos, aunque aún no se haya producido. Un conferenciante prepara su mente para el momento de la ponencia; un saltador de altura prepara su mente para esa prueba eliminatoria; una madre se prepara mentalmente para un parto inminente. ¿Por qué no podemos preparar la mente para un futuro duelo?
Esa ha sido mi labor con mi propia mente durante todos estos años. He anticipado el momento, he evaluado el tipo de relación que tenía, he trabajado mi independencia emocional, he profundizado en mis sentimientos para conocer sus límites, he moldeado mis pensamientos irracionales para que no se descontrolaran, he trabajado para que mi estado emocional y mis apoyos emocionales fuesen los adecuados…En definitiva, he conseguido que mi mente se “acostumbrara a vivir” con esa sensación. Y con todo ello he conseguido, además de prepararme, mejorar y disfrutar en todo su esplendor de mi relación familiar.
Hoy puedo decir que sufro, pero no que me muero. Puedo decir que lo echo de menos, pero no que me bloqueo. Siento que mi mente está preparada para superar algo así, sabiendo que el sentido que le daba a la vida no será nunca el mismo de antes, pero sí que volveré a disfrutar de ella. Esta tranquilidad a la hora de afrontar un duelo es posible de conseguir.
A tod@s los que pasáis por algo parecido o a l@s que teméis que llegue ese día…TRANQUIL@S. Podéis preparar vuestra mente para ello. No tenéis que resignaros exclusivamente a ser meros espectadores de algo que terminará llegando y sentir que no podéis hacer nada para afrontarlo de alguna manera.
Desde aquí quiero mandar un soplo de aliento a todas esas personas y decirles que nuestra mente está para ayudarnos a superar sucesos dramáticos, pero siempre que la trabajemos y preparemos para algo así. No cometáis el error de vivir de “espaldas” a algo que puede marcarnos de por vida.
D.E.P. Padre
Un artículo impresionante a la altura de tu persona amigo… me alegro de que te sientas lo suficientemente fuerte como para saber que volverás a disfrutar de esta nueva vida… mientras, a algunos efectivamente nos ayudan mucho tus palabras y tu reflexión, efectivamente hay que prepararse y hay que hacerlo de forma individual sin que la sociedad y el entorno ayuden en absoluto. Un beso muy grande y toda mi admiración. Cristina
Muchas gracias, Cristina. Para mí es un placer saber que mis palabras ayudan a otras personas. Sin duda, tú fuiste un gran ejemplo de superación y de valentía. También me enseñaste mucho.
La vida continúa y hay que saber vivirla.
Un beso.