Sentirnos admirados por los demás es un privilegio que no toda persona puede llegar a experimentar. No es fácil que se den las circunstancias para que se fijen en alguna característica de nuestro físico o psíquico hasta el punto de expresárnoslo abiertamente.
Nuestra genética, nuestra educación, el entorno en el que nos hemos desarrollado, nuestro esfuerzo en cuidarnos y mejorar… Son muchos los factores que influyen para ser valorados por los demás.
Desde mi punto de vista, todos admiramos a alguien en algún momento de nuestra vida. Esas personas pueden ser nuestros padres, familiares, profesores, amigos, vecinos… Siempre he pensado que podemos llegar a aprender algo de cualquier persona, si somos capaces de verla con los ojos adecuados y desde la más profunda humildad.
En este artículo haré referencia exclusivamente a los halagos o piropos referentes al físico. El motivo de centrarme en ellos surge de la frecuente incomodidad que sufren muchas personas, sobre todo del sexo femenino, en este sentido. No significa que el hombre no reciba estas atenciones; quizás, el carácter prudente de la mujer, haga que el hombre se sienta menos expuesto a este tipo de situaciones.
A lo largo de mi carrera profesional me he encontrado multitud de casos en los que la mujer se ha sentido intimidada ante un piropo o ante la exaltación de alguna parte de su cuerpo, principalmente cuando le ha llegado de personas desconocidas. Piensan que se les vulnera su intimidad, llegándose a sentir meros objetos sexuales. Todo ello les lleva a sufrir síntomas ansiosos, de evitación y huida, de condicionamiento a la hora de vestirse y comportarse, etc.
Todos sabemos que el momento y la manera de expresarse influyen en la comunicación. Y en este caso, no será diferente. Pero ante una situación de este tipo o ante cualquier problema que nos aparezca en la vida, la primera medida que debemos tomar es atajar directamente el foco de dicho problema. En este caso, no podemos cambiar a una sociedad ni esperar que vaya a cambiar. Por tanto, ahí no está la clave para superar una situación así.
Nuestro objetivo tiene que ir encaminado a asimilar adecuadamente dicha circunstancia. Y para ello, nos serviremos de una de las capacidades más sorprendentes que posee nuestra mente: su plasticidad. Podemos hacerle ver una determinada situación de una determinada manera, y ella, acabará por creerla. Y aunque muchas personas no hayan experimentado dicho beneficio, la realidad es que se puede llegar a conseguir.
Vivimos en sociedad y, nos guste o no, tenemos que saber hacerlo. La atracción y el deseo es algo implícito en el ser humano. No podemos negarlo, aunque sí deberíamos reprimirlo en determinados casos, por lo menos cuidando las maneras. Pero la persona que vive esa situación de halago no debe olvidar que la base y la esencia de todo ello es realmente positiva; hay algo en nosotros que resalta por encima de lo demás, que es digno de admiración, de reconocimiento.
No deberíamos quedarnos en lo que nos gustaría que ocurriera o en lo que no debería pasar. Suelo referirle a mis pacientes que la adaptación al entorno es la mayor capacidad mental que una persona puede tener. Por tanto, tenemos que adaptarnos a ese entorno y empezar a ver la vida de la manera que nos haga bien.
He escuchado a muchas personas que lo hubiesen dado todo porque alguien, en algún momento de su vida, se hubiera fijado en ellos. Que alguien se hubiera parado más de un minuto en querer conocerlos, en que les admiraran algo de su ser… en que les hicieran sentir que no eran invisibles.
Por tanto, a TI, que te admiran, te halagan o te piropean… no te quedes en la manera con que lo hacen, ni en la persona ni en el momento. Ve más allá y siéntete única, significativa, admirada y valorada, y deja que esa buena sensación inunde tu mente. Eres una persona que no pasa desapercibida, y eso es digno de tener en cuenta.
Tanto por ti como por todas esas personas que nunca se sentirán de esa manera, no desaproveches ese instante para hacer que tu autoestima se nutra de ello.
Pienso que la autosatisfacción fisica gracias a los comentarios de otras personas están sobrevalorados y en ocasiones puede ser perjudicial ya que esos "piropos" o "halagos" tal vez no sean sinceros o busquen un interes personal que puede resultar doloroso.
No siempre es así, por supuesto, pero en esta sociedad donde se busca la perfección y el destacar como sea, puede ser un arma de doble filo.
Si encuentras alguien que exprese con palabras del corazon lo que sus ojos ven de ti, cuídala como quieres que te quiden a ti, hay poc@s.
Usher, tengo la misma opinión que tú. En ese tipo de comentarios hay una multitud de intenciones, y no todas son positivas.
En mi artículo hacía referencia al fondo de esos comentarios. La esencia siempre es positiva al resaltar algo destacable de la persona. Creo que deberíamos quedarnos con esa parte y no con la posible intencionalidad.