Cuando hablamos de posesión, dominación, control,…, rápidamente se nos viene a la mente el término «celos». Todos conocemos parejas cuyo eje central es el celo, el miedo a que otra persona nos arrebata lo que creemos que es nuestro; un temor a la competencia, a pensar que los demás son mejores que nosotros, a que nuestra pareja se irá con esa otra persona,…Y en ese devenir de síntomas, siempre incluimos la palabra «nuestra» o «nuestro».

Aquí empieza el gran problema de la Celotipia, en la posesión, en creernos que una persona es nuestra, y de nadie más; que nos pertenece, y a nadie más. ¿Nos hemos parado a pensar alguna vez si realmente esa persona nos pertenece de alguna manera? Es cierto que existen condiciones implícitas en toda relación de pareja que nos llevan a cumplir unos términos de fidelidad. Y no es menos cierto, que ese término tiene que ser delimitado por las dos personas, y de manera equitativa para las dos partes.
Pero el celo, puro y duro, es una expresión emocional y sentimental, algo que la pareja necesita para conocer los sentimientos que estamos experimentando por el otro. No caigamos en el error de concebir el celo como destructivo; la forma con la que demostramos el celo sí es la que degenera a la pareja.
En definitiva, no tenemos que huir de personas celosas, sino de aquellas que no saben controlar sus celos. Cuando nos encontramos con este tipo de personas y analizamos el proceso mental que desarrollan, nos percatamos que su control mental es inexistente, y que, detrás de esa demostración exagerada de su celo, radican complejos de inferioridad que la limitan. Esas carencias le hacen temer que su pareja pueda conocer a otra persona con mejores características físicas y psíquicas; es aquí, cuando el sentido de la posesión, la llevan a su máximo exponente.

El temor al abandono que siente la persona celosa lo lleva a imaginar, de manera infundada, toda una parafernalia de dudas, hechos, sentimientos y acciones que tienen como protagonista a la otra persona. Y es, en ese momento, cuando comienza a poner en marcha toda una maquinaria de controles, presiones, espionajes, etc, que normalmente no terminan en un final feliz.

Si pudiéramos listar los motivos de por qué las personas son celosas, nos encontraríamos algunos como la falta de confianza en uno mismo, la educación recibida respecto a la pareja y a la libertad dentro de ella, experiencias vividas de infidelidades, ciertos tipos de personalidad (Narcisista, Paranoide, Histriónico).

Algunas reflexiones para evitar caer en la Celotipia serían: «tu pareja NO es tuya»; «la vida social conjunta e individual es fundamental para que la pareja no se queme»; «básate en hechos y no en suposiciones»; «mejora tu autoestima»; «aumenta la comunicación con tu pareja»; «desahógate con una persona de confianza».

Si el temor de la persona celosa es el abandono de su pareja por otra persona, ¿no está consiguiendo justamente eso con sus comportamientos celotípicos? Seamos coherentes y dediquémonos a cuidar a la pareja, a hacerla sentir especial, a ocuparnos de su felicidad; esa será la manera más sana y eficiente de que nunca nos abandonen.
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