Probablemente abordo uno de los temas más controvertidos de la sociedad actual. A todos nos preocupa saber las claves para detectar si nuestra relación de pareja es sana y la manera de salir de ella en caso de no ser así.
En función de distintos factores sociales y educativos, cada persona presenta un concepto diferente de relación de pareja. Pero no debemos caer en el error de pensar que “todo vale”; existen unos límites que no debemos superar si queremos evitar una situación de toxicidad que llegue a afectarnos de manera significativa.
En este artículo pondré de manifiesto varios parámetros para identificar dichos límites. Además, analizaré las razones más comunes que utilizamos para evitar romper la relación, aún sabiendo que es necesario.
Respecto a las señales a tener en cuenta, tendrás que comprobar si tu pareja…
- te ignora o te interrumpe constantemente cuando le hablas
- desconfía frecuentemente de ti
- juzga o critica tus decisiones
- te hace sentir culpable de los conflictos que tenéis al no reconocer sus errores
- te examina el móvil y tus redes sociales
- menosprecia tus problemas cuando se los cuentas, o solo habla de él mismo
- te impide o le molesta que estés o salgas con otras personas
- sientes miedo al tratar ciertos temas por temor a su reacción
- observas que te controla y te exige explicaciones de las cosas que haces
- amenaza con dejarte si no haces lo que te pide
- te ridiculiza o menosprecia delante de los demás
- utiliza el sexo y el ignorarte como medio de castigo
- justifica sus reacciones violentas por la alteración de la discusión
Si cumples varios de los signos arriba mencionados, probablemente tu relación de pareja no sea sana. Esto no significa que tengas que romperla inmediatamente, pero sí comenzar a tomar medidas para erradicarlas. Si después de un tiempo y unos objetivos a cumplir no habéis sido capaces de eliminarlas, lo mejor sería concluir la relación.
El problema aparece cuando la persona está convencida de tener que terminar con dicha relación pero se ve incapaz. Uno de los motivos más frecuentes que escucho en la consulta para no dar el paso es “porque le quiero”. Y sin intención de restarle importancia a los sentimientos, el querer es una condición necesaria pero no suficiente para mantener una relación de pareja. Las parejas no tienen que romperse exclusivamente por terceras personas o cuando existen malos tratos físicos (como socialmente se cree). Muchas de ellas, deciden terminar aún existiendo sentimientos por ambas partes.
Por tanto, llegado el momento, tenemos que pensar en nosotros y en nuestro bienestar emocional. Y en ese sentido, el tiempo que empleamos en tomar dicha decisión es más importante de lo que se piensa. Si no queremos hacerle un daño clínicamente significativo a nuestra mente, la decisión no puede hacerse esperar. Si pudiéramos medir, de alguna manera, el desgaste emocional que una persona sufre por soportar este tipo de relaciones, nos sorprendería el resultado.
Pero esa decisión se ve demorada por justificaciones propias del tipo “cambiará con el tiempo”, “ha tenido un mal día”, “tiene mucho estrés”, “no lo hace con mala intención”, “sé que me quiere”… De esta manera, vamos dejando que nuestra mente se vaya deteriorando poco a poco, con el consiguiente peligro de generar un daño emocional que, en muchos casos, es difícilmente reparable.
Por tanto, ya sabemos que ese paso hay que darlo con cierta premura. Y para ello, uno de los aspectos importantes es contar con un buen apoyo emocional, que normalmente viene de familiares y amigos. Por dicho motivo, cultivar ambos tipos de relaciones es un factor fundamental para no caer en la dependencia emocional de una persona tóxica.
Una vez que nos atrevemos a dar el paso, nos encontraremos generalmente con la negativa de la otra persona, iniciándose así un camino lleno de promesas de futuros cambios que, si no vienen acompañadas de modificaciones de conductas, no tendrán ningún tipo de valor. Para que una persona pueda mejorar facetas como el autocontrol, el respeto, la comunicación, la empatía, la autoestima… sólo puede hacerlo a través de la ayuda profesional (en la mayoría de las ocasiones). Por tanto, un perdón y una promesa de cambio no sirven de nada si no existe un compromiso de comenzar una terapia psicológica.
Finalmente, y para concluir, intentaré dar respuesta a la mayoría de las barreras que nos encontramos a la hora de tomar la decisión de la ruptura.
- El miedo al “qué dirán”: tomes la decisión que tomes, siempre habrá alguien que terminará criticándola. Por tanto, piensa en ti y en nadie más.
- El daño que le haremos a nuestros padres: ellos siempre quieren lo mejor para nosotros y vernos felices. ¿Realmente querrían que siguiéramos con esa persona si supieran TODO lo que ocurre en la relación?
- La idea de que los niños estarán siempre mejor con unos padres unidos: los niños necesitan un entorno controlado y lleno de amor para que se desarrollen psicológicamente sanos.
- El estatus social que uno piensa que pierde: es cierto que tu vida dará un cambio, pero todo es cuestión de acostumbrarse. Tienes que darte tiempo para que tu mente se vaya adaptando.
- El miedo a no encontrar a otra persona con la que tener tanta complicidad: siempre pensamos que nadie como esa persona nos va a entender igual. Pero todo ha sido fruto del tiempo. Si se lo dedicas a otra persona, volverá a ocurrir.
- El daño que le haremos a nuestra pareja: toda ruptura genera daños colaterales, pero estos son involuntarios. Además, con la ruptura, le estamos dando la posibilidad de que se ilusione con otra persona y vuelva a ser feliz.
- “Para como está el patio, me quedo como estoy”: no podemos ser personas negativas. Piensa que conoces a una ínfima parte de la sociedad; seguro que existen muchas personas que aún merecen la pena. Paciencia y a seguir viviendo experiencias.
- El miedo a la soledad: no tenemos que huir de ella como si fuera el mismo demonio. Un tiempo sin pareja y dedicándonos a nosotros mismos es muy necesario para seguir creciendo internamente.
- El que todo mi entorno social tenga pareja: es cierto que nuestro entorno nos influye, pero ¿realmente vas a soportar una relación que no te hace feliz por este motivo? Ten claro que tu entorno tomaría la decisión de la ruptura si llegara su momento.
En resumen, las relaciones de pareja están para disfrutarlas, no para sufrirlas. Si llega el momento, tendremos que ser valientes y salir de nuestra zona de confort para volver a ilusionarnos con otra persona.
Tenemos derecho a ser felices y nadie nos puede privar de dicho deseo