Todos conocemos cómo una relación puede pasar de ser fluida y en crecimiento, a estar anclada y perdiendo “oxígeno”. El objetivo de todos tendría que ser evitar llegar a ese momento de desgaste; y la mejor manera, es la evaluación constante y periódica de la pareja que suelo recomendar.
No obstante, ninguno estamos libres de poder caer en ese estado de pasotismo y desgana que, normalmente, genera graves consecuencias para la pareja. Si llegamos a ese terreno pantanoso, hay una serie de recomendaciones que podríamos poner en práctica para conseguir salir de ello. Algunas de ellas son:
·      Aceptar al otro. Cuando pedimos a otra persona que sea diferente, no la estamos aceptando tal y como es. Podemos pedirle o hacerle saber lo que nos afecta, así como decidir si queremos estar con ella, pero sin pretender que cambie y sea otra persona. Si realmente estamos descontent@s, quizás no sea “la persona” que buscamos.
·      Realizar peticiones claras. Es preferible hacer peticiones directas en vez de esperar a que la otra persona se lo imagine y se comporte conforme a nuestras expectativas. No olvides que no poseemos la capacidad de leer la mente…
·      Ofrecer reconocimiento. No se puede esperar el reconocimiento del otro sin darlo. En ocasiones, esperamos que el otro dé el primer paso, pero comprobamos que no se pone en marcha. Empecemos nosotros aportando algo para el bien de la relación: por ejemplo, expresando lo que nos gusta de él/ella (y no sólo lo que nos molesta).
·      No buscar aprecio a toda costa. Conviene permanecer tranquil@ y darse cuenta de que no siempre hemos de defendernos ante supuestos ataques. Además, no podemos esperar recibir señales afectivas cuando la situación sea conflictiva. Sé paciente.
·      Discernir qué se quiere. Tenemos que tener claro qué necesitamos para ser felices, y no esperar a que la otra persona lo adivine. Habrá que pedirlo de la manera adecuada y respetando los intereses de la otra persona.
·      Ceder si hace falta. Cuando una situación se ha convertido en un pulso para ver quién puede más, ceder un poco con el fin de reducir la tensión es una gran idea. No es dar un paso atrás, sino hacia delante.
·      Confiar en la capacidad ajena. Si desconfiamos de que el otro sea capaz de hacer alguna actividad, probablemente acabaremos haciéndola nosotr@s y quejándonos de que no nos ayudan. Eso equivale a pretender enseñar responsabilidad quitándola. La capacidad está ahí; sólo habrá que tener paciencia.
El día a día, y las presiones a las que todos estamos sometidos por las altas demandas sociales, nos pueden llevar a olvidarnos de lo realmente importante de la vida. Párate. Evalúate. Y da el paso para evitar que la situación se vuelva insolucionable.
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