Prejuicio: dícese de “todo juicio u opinión, generalmente negativo, que se forma inmotivadamente de antemano y sin el conocimiento necesario”.
Así es,…todos los conocemos, y son muchos los que lo practican. Ese prejuicio está ligado directamente a la crítica destructiva, al juicio de valor, a la minusvaloración del otro y a sentirnos mejor en nuestra autoestima después de utilizarlo.
Siempre he pensado que, en un país, en el que existen programas de televisión especializados en este tipo de comportamientos, con “personajes” que ganan mucho dinero a costa de los demás y que son de gran audiencia, poco podremos hacer los que nos dedicamos, desde nuestro trabajo, a enseñar a los demás que ese tipo de conductas lo único que nos genera son sentimientos negativos en nuestro interior.
No podemos olvidar que el prejuicio está basado, fundamentalmente, en los paradigmas de educación que traemos aprendidos. Pero no por ello, tenemos que tachar y “crucificar” a todo aquel que no comulgue con nuestra manera de pensar y de sentir. Hay muchas formas de ser, de vivir, de sentir, y muy pocas de ellas son técnicamente juzgables .
Esta película muestra esa lucha por salirse de los prejuicios, del tan generalizado “qué dirán”, del sentirnos arrastrados por la sociedad en la que vivimos. Es una lucha de la superviviencia del amor por encima de la crítica de la sociedad.
La vida puede ser maravillosa, siempre y cuando dejemos de malgastar nuestro tiempo y esfuerzo mental en destruir a los demás. Tendríamos que practicar mucho más la empatía y, cuando pensemos en esa persona a la que criticamos o rechazamos por algún motivo, preguntarnos: ¿qué habría sido de nosotros y cómo nos gustaría que los demás se comportaran con nosotros si hubiésemos sido educados y hubiésemos vivido como esa persona?
Ya que escribo este artículo en la época por excelencia de promesas, compromisos y retos, os propongo la posibilidad de incluir, en vuestro repertorio de desafíos para el nuevo año, evitar criticar, enjuiciar, “machacar”, “criminalizar”, censurar, reprochar,… todo aquello que no entre dentro de vuestros parámetros mentales y, antes de sacar conclusiones, dedicar un poco de vuestro tiempo a sentir como esa persona y a entender parte de su conducta. Así, estaréis ayudando a que vuestra mente no se siga destruyendo. ¿Te atreves?

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