Nunca pensé que mi sequía como “escritor” aficionado la rompería un artículo como este. Hacía tiempo que no encontraba la motivación necesaria para ponerme a escribir y a expresar sentimientos. Muchos sois los que me habéis animado a que volviera a hacerlo, pero las ideas seguían sin aparecer.
Ahora me toca…lo necesito…lo siento así. Uno de mis últimos artículos que escribí hacía referencia al fallecimiento de mi padre, del que ya hace más de 4 años (cómo pasa el tiempo). El duelo finalizó, las sensaciones se vuelven más sanas y el proceso de recuperación se afianza.
Pero cuando llegan momentos como los de ahora, todo vuelve a cobrar una dimensión que ni yo mismo imaginaba. Mi amiga falleció hace unas semanas por un puto cáncer que le destruyó durante el último año de su vida. Y ni se lo merecía, ni era justo… ni entiendo nada.
Tuve la suerte de poder acompañarla en todo este último año…porque me lo pidió y porque era lo menos que podía hacer por ella. Probablemente no fuera lo más ético, profesionalmente hablando, pero creo que hay momentos en la vida en los que la humanidad tiene que estar por encima de todo.
Tu vida cambia en un instante, en un día en el que algo sientes de manera diferente. Sin dar tregua, sin encontrar explicación y sin tiempo casi para reaccionar. Y me pregunto: ¿es necesario que tenga que ser así?
Siempre pienso en el día en que, nuestros descendientes, hablen del cáncer como nosotros hablamos actualmente de la Peste: una lacra que exterminó a miles de personas y que hoy, ni existe. ¡Ayyy, nuestra amada y respetada Ciencia!: para muchos y en este tema, es como si continuaras caminando de rodillas en una carrera de galgos.
Para quien no la conocía, decir que mi amiga era la persona que todo el mundo hubiera querido tener a su lado. Su sonrisa eterna, sus ganas de vivir y su gran corazón la hacían única. Y no son frases hechas que intenten quedar bien: es, simplemente, lo que se ganó siendo ella misma.
Durante este último año pude ver cómo su marido se exprimía hasta sus últimas consecuencias para estar a la altura y dar todo lo que podía y sabía. Comprobé cómo sus hijos pequeños daban una muestra de madurez que muchos hemos envidiado. Y me sorprendí al ver cómo cientos de personas la empujaban como buenamente podían, consecuencia del cariño y del respeto que le tenían. Y sí, todo eso me llevo…y todo eso se lleva.
Mi querida Cinta: me elegiste y me honraste con ello. Sólo espero haber podido estar a la altura de las expectativas que tenías sobre mí. Me enseñaste cómo se tenía que afrontar un calvario como este. Cómo había que luchar y no decaer en ningún momento, a pesar de las “perrerías” que sufrías. Y, sobre todo, cómo se tenía que lidiar con una cabeza que te aniquilaba a cada minuto.
Has sido un ejemplo para muchos de nosotros, la dinamizadora de la vida de muchas personas y, en definitiva, alguien insustituible. Fuiste la madre abnegada e implicada como ninguna. Y, sobre todo, la amiga que todos ansiamos tener.
Para terminar, quisiera hacerlo con un ruego y un deseo. El ruego es que, por favor, APRENDÁIS DE UNA VEZ a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, de la rutina, de los días venideros sin “aliciente”, de los enfados sin importancia, de los días grises, de los familiares pesados, del trabajo repetitivo, de las limitaciones del Covid…de TODO. No está pasando nada extraordinario, pero tampoco traumático. Tal como dice mi madre: “todo normal, hijo” (que ya es MUCHO).
Y mi ruego, para quien pueda escucharme o como grito desesperado, es este: ya sabemos que la vida es injusta y que, muchas veces, no tiene explicación alguna. Pero me encantaría que la muerte fuera directamente proporcional a la manera en la que hemos vivido; la persona que no se comportó bien con los demás e hizo daño debería tener un final a su altura. Pero el que supo ser humano y entregarse a los demás que, por lo menos, tenga un poco de compasión en sus últimos momentos de vida. Creo que es lo mínimo que merecemos, joder.
Cinta, gracias por todo lo que me sumaste.
Nunca te olvidaré.
Amigo…. sentido y bonito articulo… no la conocía mucho… pero me consta que era muy buena persona y gran profesional… .. fatídica y maldita enfermedad que se ceba con mayores y pequeños…. Qué injusto!!! pobres niños, pobre esposo… Ella los seguirá cuidando desde dónde esté ( al menos eso me consuela pensar) amigo… Mucho ánimo y fuerza ?
Grande Alejandro ÁNIMO, CON GANAS MIL D VERTE UN ABRAZO