8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Siempre he sido un profundo admirador de la figura de la mujer; me ha fascinado su dulzura, su inteligencia, su sentido de la responsabilidad, su capacidad de sacrificio,…En definitiva, me ha fascinado ella, la MUJER.
Es cierto que, como en todas las facetas de la vida, siempre hay excepciones que se salen del parámetro que describo en este artículo; pero la mayoría de ellas poseen una complejidad digna de admirar y disfrutar.
Tuve la suerte de empezar a admirar a la mujer a través de mi madre; ella me enseñó a respetarlas, a quererlas, a admirarlas, a valorarlas. Fue la precursora de tantas y tantas luchas a favor de la mujer que, hoy en día, les profano mi admiración gracias a ella. Su ejemplo, su cariño, sus cuidados, su inteligencia, su empuje,… han hecho de mí una persona más completa y enriquecida. Para mí, como para la mayoría de las personas, es “la mujer de mi vida”. ¡Gracias madre!
Siempre se ha dicho que la mujer es un ser “complejo” y difícil de entender; pero matizo dicha afirmación con el término “completo”; la mujer es una figura tan completa, que se hace costoso complacerla como merece y necesita. Es por ello, por lo que a los hombres nos cuesta llegar a ellas y saber darles lo que requieren. No digo con ello que el hombre sea un ser inferior a la mujer; simplemente que, quizás, necesitemos menos para ser felices.
Las presiones sociales a las que se ve sometida la mujer es, psicológicamente, una carga que genera grandes desequilibrios en su estabilidad emocional. Se les exige una multitud de roles que difícilmente cualquier persona cumpliría sin conllevar consecuencias importantes: rol de trabajadora, de madre, de casa, de amiga, de amante, de mujer…Y todos ellos, en un nivel excepcional.
Enfatizo el rol de madre por el profundo respeto que le tengo. No hay nada más bonito y difícil que dar la vida a otra persona. Es todo un gesto de sacrificio, de entrega, de expresión viva del amor. Conlleva una serie de esfuerzos a todos los niveles que ni siquiera se plantean en no sufrirlos. Para mí, es un ejemplo de superación y de madurez difícilmente comparable con otro.
Profesionalmente hablando, y salvo excepciones, llego a la conclusión de que es más fácil trabajar psicológicamente con la mujer que con el hombre. El motivo fundamental es que, normalmente, reconocen con mayor facilidad sus errores y su predisposición al cambio siempre es mayor. Por tanto, el trabajo se hace más llevadero y los resultados son más positivos.
Por todo ello, por hacerme mejor cada día, por enseñarme el verdadero significado de la dulzura, por hacer realidad el sueño de la familia y por aportar tanto a este mundo, os felicito y os animo a que sigáis creyendo en vosotras y en vuestra capacidad de liderazgo.
¡¡ MUCHAS FELICIDADES !!
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