“Todo lo que empieza, tiene un final”. Uno de los refranes más populares que existen y que todos conocemos, viene a decirnos que la dinámica habitual de las cosas tiene un comienzo y una terminación.
El problema aparece cuando ese final no es buscado por nosotros, sino impuesto por la otra persona. Entonces, entendemos que aún no ha llegado ese momento y que tenemos que seguir y seguir intentando una relación que ya concluyó hace tiempo.
Es cierto que se debe luchar por lo que consideramos importante para nosotros. La cuestión está en que hay muchas personas que entienden que esa lucha tiene que durar hasta que sea ella la que la concluya. Nuestro ego, nos impulsa a ser nosotros los que tomemos esa decisión y, por tanto, a esperar el momento adecuado (aunque sepamos que ya no hay solución). Eso nos generará una falsa sensación de victoria y de seguridad en nosotros mismos.
Pero entonces, llega la catástrofe: el abandono personal, la desesperación, la infravaloración, el aislamiento social,…Entendemos en esos momentos que todo se ha acabado, que nuestra vida ya no tiene sentido, que nunca más se encontrará a otra persona igual. Empezamos a dudar de nosotros mismos y comienzan a surgir inseguridades pasadas y casi olvidadas.
Nadie se plantea ese momento como el adecuado para reformularnos, replantearnos nuestra vida, hacernos la reflexión mental “de dónde venimos y a dónde vamos”. Realmente, ese es precisamente el momento para saber analizar nuestros errores, de pararnos y mirar dentro de nosotros y determinar qué ha pasado y qué pudimos hacer mal. Es el momento para recuperar actividades y amistades que se quedaron olvidadas. Es nuestro momento.
Todo cambio genera crecimiento. Y si sabemos darle un sentido de positividad, ese cambio habrá sido para bien. Es importante que todos pasemos por una época de soltería, de búsqueda de acomodación a nosotros mismos, de saber estar en nuestra compañía. No podemos utilizar constantemente “la regla del mono” (no soltar una rama hasta tener cogida la siguiente).
No tengamos miedo a la soledad. Hay que disfrutar de la fase de la vida que nos toca vivir. De todas ellas aprenderemos y sacaremos grandes conclusiones para disfrutar las fases posteriores.
Si vivimos con ese temor, caemos en el riesgo de entrar en la dependencia emocional; es decir, necesitar estar con la otra persona porque sintamos que solos no podremos. Y ese será el preciso momento en que nuestra relación de pareja empezará a desequilibrarse.
Podemos estar solos. Debemos estar solos. Es, como he comentado anteriormente, nuestro momento. Ahora nos toca disfrutar de nosotros mismos.
¿Realmente nos podemos llegar a conocer a fondo si no pasamos por esa fase de la vida?
Creo que necesitamos esas etapas para conocernos realmente. Al estar solos atendemos a lo mejor y peor de nosotros mismos.
Muy cierto, al fin y al cabo es con nosotros mismos con los que vamos a tener una relación para toda la vida…
Te agradezco enormemente que hayas "dedicado" estas palabras a hablar sobre la ruptura. Son muy positivas. Parece increíble, pero es justo lo que necesitaba leer en un día como hoy… Gracias.
Muchas veces el verdadero trauma viene al enfrentarnos a nosotr@s mism@s, no estamos preparad@s para ello. Llevamos toda una vida sin estar sol@s, apoyándonos en alguien y no sabemos como vamos a responder a reaccionar a esa nueva situación y la palabra que surge es MIEDO. Y nos aferramos a ese alguien por el temor a la soledad.
Siempre he sido muy independiente tanto física como emocionalmente. Cosa que me ha traido algún dolor de cabeza que otro con la pareja. Se piensan que por eso les quieres menos, que les prestas menos atención y no es así. Respetar las necesidades propias y las de nuestra pareja hace indispensable mantener cierta distancia para conservar las diferencias que nos hacen ser nosotros mismos, desear y ser deseados.
Esos momentos a solas son los que nos conceden nuestra identidad. La ruptura de pareja, como bien comentáis puede ser una toma de contacto con nuestra esencia como seres humanos. Aprendemos de la experiencia y desde mi punto de vista, aceptar rupturas no propuestas por uno/una misma nos lleva a ser más humildes cada vez y a aprender a tratar los sentimientos de las demás personas con más respeto cada vez. Considero que el problema principal de la Sociedad actual es querer hacer borrón y cuenta nueva enseguida, cuando si se ha amado sinceramente, eso, requiere su tiempo físico y su aceptación emocional y racional. Por ello, aprender a ver el final como el principio de una nueva etapa de crecimiento me parece de lo más acertado para recibir todo aquello que nos deparen nuestras acciones y la vida.Gracias por plantear este tema. Me parece muy interesante, al igual que los comentarios que suscita.