Todos hemos podido oír frases del tipo “yo no estoy loco”, “para qué le voy a contar los problemas a un desconocido”, “nadie me puede ayudar”,… Podemos oírlas en tertulias y conversaciones de la calle, además de en la consulta. La sociedad actual está inundada de teorías y creencias erróneas sobre
Es cierto que mi punto de vista sobre el tema puede verse condicionado por la profesión que desempeño, pero también aporto el conocimiento de la misma. Siempre he pensado que TODOS tendríamos que acudir a un Psicólogo por lo menos una vez a lo largo de nuestra vida (incluido el que escribe). ¿El que una persona totalmente objetiva pueda aportarnos recursos y cualidades de las que carecemos para que nuestro camino sea mucho más seguro, tiene algo de negativo? Nuestros referentes nos educan de la mejor manera posible pero, ni eso es suficiente en la mayoría de los casos, ni tenemos en cuenta el ámbito genético ni los cambios que vamos sufriendo a lo largo de nuestra vida.
La vida consiste en una adaptación continua a su devenir, pero nadie nos enseña a ello. Si tienes la suerte de “caer” en una familia y ámbito social en el que te puedan “trabajar” facetas como la reflexión y el autocontrol mental, la empatía, las habilidades sociales, la motivación, la culpabilidad, la autoestima, etc,…ya tienes mucha suerte. Pero la mayoría de las personas tienen carencias en esa educación y se ven afectadas por impactos emocionales que muchas veces no saben gestionar.
El Psicólogo no es un amigo, no es un confesor,…, es un terapeuta que se dedica a evaluar tu mente y a aportarte aquello que está carente en tí. No me valen las argumentaciones que se basan en “el mejor Psicólogo es un amigo”; sin duda, tener personas allegadas a nosotros que cumplan esa función, tiene gran importancia. Pero un amigo NUNCA será, ni objetivo, ni tendrá los conocimientos para poder ayudarnos en muchas situaciones. Además, siempre he sido de la opinión de que los consejos, para que sean realmente adecuados, tienen que provenir de una mente equilibrada (si no, serían “consejos distorsionados”). Y mi pregunta es, ¿realmente, las personas que conviven en nuestro alrededor están lo suficientemente equilibradas como para que nos puedan aportar esa objetividad?
El continente americano, tan denostado por la mayoría de la sociedad actual, nos lleva una gran ventaja en esta concepción de la Psicología. Para ellos, profesiones como el Dentista, el Ginecólogo y el Psicólogo, están en el mismo nivel de importancia. Y no es que ellos padezcan mayores problemas psicológicos que nosotros; simplemente, se preocupan por la clave de la felicidad humana: nuestra mente. Es fácil encontrar a personas y familias que acuden periódicamente al Psicólogo, con el simple objetivo de “no salirse del camino adecuado”. Pensad que, habitualmente, hacemos revisiones de nuestro vehículo, de nuestra casa, de nuestra salud física,…¿y de nuestra mente?
Si seguimos teniendo una Educación que se despreocupa por trabajar aspectos de nuestra personalidad; si nuestro Sistema de Salud Público está saturado y se conceden citas con meses de espera; si dependemos de las educaciones recibidas por nuestras familias sin tener en cuenta sus carencias,…, no tendremos más remedio que ayudarnos de los recursos que hoy en día existen para poder paliar dichas deficiencias.
En definitiva, un Psicólogo es una persona que te ayuda a superar una situación problemática en un momento de tu vida en el que tus recursos personales no dan buenos resultados. ¿Quién nos dice a ti y a mí que no lo vamos a necesitar algún día?
Verdaderamente es una de las mejores cosas que hice en mi vida, concertar cita con un Psicólogo. Me ayudó muchísimo y a día de hoy me siguen ayudando los consejos que me daba. Los Psicólogo te ofrecen la oportunidad de conocerte, de sentirte mejor, de canalizar dolores emocionales y hacerse con las exigencias de la realidad. Desde la psicología he aprendido que las crisis más profundas puedan ser el punto de partida de los cambios más ricos; y que cuando las respuestas no aparecen es porque las preguntas no están formuladas correctamente.
Así es, Nagore. Nuestra función es hacer que la persona desarrolle todo su potencial.
No sé si alguna vez habéis tenido ocasión de entrar en uno de esos enormes y complejos rascacielos que aparecen en cualquier gran ciudad. La mayoría, tiene un acceso modesto, casi imperceptible, por el cual se accede al interior de una extensa planta baja, diáfana, donde un ir y venir de funciones nos vislumbran la incesante actividad que en todos sus numerosísimas plantas se están desarrollando simultáneamente.
La mayoría de las veces, permanecemos todo el tiempo en esa abrumadora planta baja, es donde se concentra la mayor actividad, la parte más pública del edificio, la que más nos impacta a primera vista. En ellas se suelen desarrollar las funciones aparentemente más atractivas.
¿Y si cada uno de nosotros fuéramos unos de esos rascacielos? Edificios altamente complejos y con tanta suficiencia y autonomía interior que, apenas si necesitamos la comunicación con el resto de la ciudad, a veces ni entre las distintas plantas que lo conforman.
Definiría al psicólogo, como ese guía que te sube al ascensor y te lleva a recorrer todas y cada una de las plantas de tu edificio. Poco a poco, hasta llegar a la última de ellas. Sin dejarnos ninguna. Esta planta es la menos accesible, a la que más nos ha costado llegar, pero una vez allí, desde su terraza, es cuando puedes sorprendentemente apreciar lo más valioso que tiene el rascacielos. Una vez allí, el mundo a su alrededor siempre se muestra maravilloso!
La metáfora es preciosa, Nati. Ciertamente podría ser así.
Si me permites variar un poquito, vería esos edificios comunicados entre sí, y el psicólogo, conductor entre las plantas y los edificios. Muy hermosa la expresión de tus argumentos.
Nati, me ha encantado la metáfora que has utilizado. Has plasmado, casi gráficamente, lo que hacemos en consulta y lo que la persona experimenta cuando concluye el proceso. Es genial que haya personas como tú que entiendan la ayuda psicológica de esta manera; hace que dignifiques la profesión y que nuestra motivación por seguir trabajando y mejorando sea aún mayor. Gracias.
Por supuestísimo, estoy de acuerdo con Nagore de que este tipo de cambios suelen ser el inicio de los mejores momentos, más intensos y plenos, con Nati, en su magnífica descripción y Alejandro, en que la asistencia psicológica en determinados momentos de la vida no debería ser “una” opción, sino “la” opción, al igual que no nos planteamos ir al médico si el cuerpo no responde como debería. Apoyo totalmente la Psicología al completo y me parece una rama apasionante; pero hoy estoy dispuesta a hacer un poco de abogada del diablo…
El camino que lleva al psicólogo tiene una serie de pasos que no siempre son fáciles de seguir.
Primero, ha de aceptarse que algo no va bien en nuestro interior, y eso no siempre es fácil, a veces nos resulta más “cómodo” seguir mintiéndonos día a día, mantenernos en esa zona de confort que nos ofrece lo conocido y olvidar el riesgo a lo nuevo, al cambio, a la posibilidad de equivocarse.
El segundo, según tu entorno, puede ser aceptar que quizá no encuentres apoyo en tu decisión, escucharás mil frases de las del artículo: “Pero si estás bien…”, “La solución está en ti, no en nadie más…” y mil más de este estilo. Y vuelve a no ser fácil siempre luchar contra marea en algo que a lo mejor no te termina de convencer.
Y el siguiente paso, es una vez que llegas… Es fácil y rutinario hablar de que nos duele una muela o la cabeza… Pero cuando hablamos de nuestro bienestar mental, ahí cambia la cosa… En un dentista, sólo hay que abrir la boca para ver qué te pasa; pero en un psicólogo, eres tú el que has de estar dispuesto a abrir tu corazón, tu mente, todo… Y también estar dispuesto a que se remuevan mil cosas “ahí dentro”, que no será sinónimo siempre de días agradables al principio, aunque finalmente sí lo sean.
Yo creo y confío plenamente en que la sociedad actual ya va entendiendo todo esto de forma diferente y no lo toma como "valor añadido" sino como un medio principal para conseguir una vida más plena, auténtica y feliz; pero por supuesto, aún queda mucho por avanzar. Y me despido con una cita de Jorge Bucay, que creo que viene como anillo al dedo, "La felicidad no es una opción, sino una obligación"
Sin duda, ni es fácil dar el paso debido a los miedos y a los posibles impedimentos de nuestro alrededor, ni debido al esfuerzo e implicación que requiere ir a consulta. Una paciente me dijo una vez que lo complicado había sido abandonarse en mis manos, que había que confiar mucho en mí, pero que esa había sido la clave (ella sabe de quién hablo). Si no hay confianza, no se consiguen buenos resultados.
Claro, es un proceso en el que se va totalmente con los "ojos tapados" y como bien has dicho, confiar en que la persona que te guía sabe dónde vas y que los lleva bien abiertos es la clave. Si se dejó llevar, seguro que te estará eternamente agradecida.
Es cierto Cristina, le estaré siempre agradecida…y creo que así se lo hago saber cada vez que tengo oportunidad (espero que él lo sepa siempre). Tener la necesidad de mostrar tu agradecimiento a la gente que te rodea es maravilloso, y tan sencillo…
¡Qué bonito lo que estáis haciendo aquí! Qué bonito es dar las gracias a alguien que ha puesto todo su empeño en ayudarnos. Es precioso agradecer a quienes nos rodean lo que hacen por nosotros. Creo que la sociedad actual está muy "desacostumbrada" a dar las gracias y, en general, a decir las cosas buenas que los demás nos dan. No solemos resaltar lo bueno, pero yo creo que así como nos resulta fácil transmitir al otro aquéllo que no nos gusta y nos molesta, deberíamos decirle también lo que sí nos gusta y agradecérselo para así fomentarlo. Sobre todo creo que esto es fundamental en la infancia, decir a nuestros niños todo lo que hacen bien para que lo repitan y sepan que hay muchas cosas que saben hacer muy bien y no sólo regañarles cuando hacen algo mal.