Y finalmente llegó… Cada año se hace más de esperar, aunque finalmente siempre aparece reluciente y lleno de vida. El verano: esa época del año perfecta para vivir experiencias diferentes y para cambiar el “chip” de todo el año.
Seguramente, a muchos de los que estáis leyendo este artículo, os habrán pasado decenas de sucesos significativos en algún verano: el primer amor o desamor, el primer viaje, las primeras vacaciones en compañía de la familia política, la primera pandilla de amigos… En definitiva, un tiempo para experimentar nuevas sensaciones.
Pero también es la época donde los complejos físicos aparecen con más virulencia. Nos llevamos todo el año lidiando con ese complejo que nos amarga constantemente, pero que podemos y sabemos ocultar de las maneras más insospechadas…. Sin embargo, el verano nos obliga a destaparnos, a ser más descarados, a sacar a relucir nuestro cuerpo.
No deberíamos desaprovechar esta época sin lucir “palmito”, y mucho menos por el qué dirán. Es cierto que a todos nos gustaría cambiar o modificar alguna parte de nuestro cuerpo; todos hemos soñado alguna vez con esa entrada y salida del quirófano sintiéndonos de otra manera pero que, por miedo, no nos atreveremos nunca.
Además de cuidar nuestra alimentación e incluir el deporte como una filosofía de vida, no olvides que lo más importante es estar orgulloso de la genética que nos ha tocado. Ya sé que te gustaría tener “esto o aquello” de ese amigo o amiga, pero tienes el cuerpo que tienes y hay que saber sacarle partido.
Siempre le digo a mis pacientes que lo más importante es la imagen global que das y, sobre todo, tu manera de saber llevarlo (lo que una buena amiga llama “armonía”). Hay personas que se salen de los esquemas sociales de “buen cuerpo” pero que lo saben lucir y disfrutar como nadie. El secreto está, como siempre, en la actitud con que lo perciben.
Mírate con ojos bondadosos y con cierta objetividad; seguro que hay partes de ti que te gustan, de las que te sientes orgulloso/a. Disfruta de ellas, lúcelas, haz que sean el estandarte de tu imagen, y deja que las otras partes menos agraciadas se queden en un segundo plano.
No dejes que una moda, una sociedad o una crítica condicionen tu manera de vestir, de “enseñar”… de disfrutar. Tengas la edad que tengas, disfruta de tu cuerpo, del verano, de todo aquello que te ofrezca, y pasa de una vez de esos complejos que, antes o después, TOD@S tendremos en algún momento.
¡¡ Feliz Verano !!