«Educar a los hijos es, sin duda, una tarea compleja, pero a la vez de suma importancia, puesto que de ello dependerá su personalidad futura y la forma en que enfrenten el mundo. En este sentido, el diálogo no es sólo una alternativa al castigo, sino la mejor forma de inculcar la confianza, la seguridad y la responsabilidad necesarias en un niño»
(http://www.mujeractual.com/madres/5a10/29.html).



Sin duda, y como se dice coloquialmente, «ningún padre viene con un libro de instrucciones de cómo educar». Por tanto, tenemos que asumir que los errores se producirán y que, mediante ensayo-error, iremos ajustando nuestra enseñanza hasta conseguir el objetivo que esperamos: que nuestro hijo se convierta en una persona respetable y responsable.

Pero en este proceso incierto de la educación, tenemos que tener en cuenta varios aspectos que nos pueden servir de «guías» para evitar perdernos en la impaciencia, la desesperación y el desconcierto. El primero y el más importante de ellos es la Comunicación, aspecto esencial de cualquier relación humana. Comunicarnos no es simplemente hablar, sino escuchar, entender, respetar, empatizar, reflexionar, comprender,…Muchos padres, invadidos por las prisas y las obligaciones diarias, relegan a un segundo plano la calidad de la comunicación y se basan exclusivamente en la cantidad. Podemos dejar de lado cualquier otra obligación, pero esta, sin duda, no puede ser una de ellas. 

La segunda, y no menos importante por ello, es el Respeto de las individualidades de cada hijo. Muchos padres en la consulta se asombran de por qué uno de sus hijos » les ha salido» de una manera determinada y el otro de forma muy distinta. El motivo es sencillo; ninguna persona es igual a otra y, por tanto, necesitan refuerzos y enfoques diferentes. El error de los padres es intentar educar a los dos hijos de la misma manera. Si uno de nuestros hijos es introvertido y reservado, es imposible que vaya a necesitar lo mismo que el que tiene grandes habilidades sociales y es muy comunicativo. 

Otro aspecto a tener en cuenta en la educación es no olvidarnos de que somos los referentes más importantes que tienen. Es decir, tenemos que ser el Ejemplo de comportamiento, de actitud, de línea de pensamiento. No podemos exigirle a nuestro hijo que se comporte de una determinada manera cuando su entorno más cercano y más influyente no es coherente con esa línea exigida. La imitación es un proceso de aprendizaje básico en las primeras edades de vida.

Por último, la Expresión de los Sentimientos y el Amor son materias que tienen que erigirse como pilares de esa educación. El niño tiene que tener muy claro que la familia está para ser uno mismo, para quererse, para expresarse sin vergüenza, para darse a los demás. Si esos valores no los va conociendo y sintiendo desde esas primeras edades, no podremos esperar que el niño se desarrolle psicologicamente de manera adecuada.

Es cierto que educar no es una tarea fácil, pero tampoco imposible. No podemos tirar la toalla y pensar que no estamos preparados para ello. Todo ser humano tiene la capacidad de cuidar y de enseñar. Lo único que tenemos que hacer implicarnos y querer hacerlo.
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