La Psicología es la disciplina encargada del estudio del comportamiento y la mente humana. Es una ciencia, con centenares de años de existencia, que se ha dedicado a entender al ser humano en sus distintas versiones y vertientes.

Es decir, los Psicólogos estamos “entrenados” para comprender y entender que, detrás de cada comportamiento del HOMBRE, existen razones y justificaciones que explican dicha actitud. Buscamos los verdaderos mecanismos que rigen la conducta humana. Por tanto, es necesario que nuestro nivel de empatía y comprensión esté mucho más desarrollado que la del resto de la población neófita en la materia.

Pero ahora os habla la persona que está detrás de este Psicólogo: Alejandro, o como me gusta que me llamen, “Ale”. Suponiendo que como estudioso de la mente debería preocuparme por encontrar los motivos de lo ocurrido, decir que simplemente estoy abatido, desolado, terriblemente enfurecido, rabioso e impotente por lo ocurrido en Barcelona en el día de ayer. Presenciar cómo en esta guerra podemos pasar de espectadores a víctimas en segundos, me aterra.

Me ha sido literalmente imposible irme a dormir esta noche sin escribir estas palabras, sabiendo que hay decenas de personas sufriendo desconsoladamente. Y es cierto que estas situaciones dramáticas la viven, por desgracia, muy frecuentemente personas de todo el planeta durante todo el año. Por tanto, sería muy injusto no acordarme también de esas personas en el día de hoy. Pero quizás, hoy esté sacando mi lado más chovinista, cosa que espero me permitáis hacer en esta ocasión.

Puedo aceptar que haya parámetros de la sociedad que a muchas culturas y personas les parezcan criticables. Y tenemos el derecho a la queja. Pero atacar contra personas inocentes y exentas de responsabilidad, como por ejemplo los niños, es simplemente lamentable.

No puedo ni quiero excusar, y mucho menos justificar, dichas actuaciones de los terroristas. No quiero ponerme en su lugar. No quiero pararme a identificar el dolor y la desesperación que hayan podido sentir para hacer algo así. No quiero adentrarme en sus mentes e intentar averiguar los por qué… En definitiva, NO QUIERO SER PSICÓLOGO en esta ocasión.

Solamente me sale penar por las víctimas, ayudarlas de cualquier manera que me sea posible, empatizar con sus familias y amigos, preocuparme por cómo les afectará psicológicamente hablando con el paso del tiempo…

Pero no caigamos en el error de aceptar lo que nuestra mente nos quiere hacer sentir: la venganza y el odio deshumanizado. No cometamos el error de desatar ideas de represalias hacia todas las personas relacionadas con las creencias de los terroristas. Eso solo nos generará malas emociones que nos dañarán con el tiempo.

Es mucho mejor quedarnos con la solidaridad, el sentimiento de humanidad, la ayuda ajena, el rezo por nuestros hermanos (para las personas creyentes) y la esperanza de que algún día todo esto terminará. En España tenemos el ejemplo de la tan denostada y olvidada ETA; muchos pensábamos que nunca terminaría aquel calvario, y hoy gozamos de una tranquilidad que ni en sueños podíamos imaginar hace unos años.

Mi reflexión del día de hoy es la siguiente: no todo comportamiento es defendible, psicológicamente hablando. No todo pensamiento ni creencia está basado en motivos justificables. No toda defensa de derechos está oculta bajo razones racionales. El fin NUNCA puede justificar los medios que empleemos, sean los que sean. Y esto debe ser aplicable a las acciones violentas de cualquier tipo.

Por tanto, tras el dolor y la angustia que todos sentimos, deberíamos sacar conclusiones y pautas a seguir. Todo esto nos tiene que enseñar a valorar las cosas cotidianas de la vida, a minimizar problemas que se nos hacen un mundo, a olvidarnos de resentimientos y rencores para disfrutar de la compañía de amigos y familiares, a defender nuestros derechos sin caer en conductas violentas, a ayudar a los demás cuando lo necesiten…

Todo mi apoyo, mi fuerza y mi cariño para cualquier damnificado por la irracionalidad humana

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