Probablemente no haya en el diccionario español otra palabra con un significado más positivo y ansiado como la palabra “VACACIONES”. Solo oírla, genera en cada uno de nosotros una sonrisa en los labios y una sensación de bienestar tan placentera que, posiblemente, sea incomparable a cualquier otro vocablo.
Asociamos dicha palabra al descanso, ocio, deportes, playa, viajes… haciendo de esa época del año algo esperado y buscado. Pero como en todas las facetas de la vida, pueden aparecer factores o circunstancias que provoquen sensaciones negativas cuando lleguen dichas fechas.
Nuestra reconocida Wikipedia hace referencia a una parte del término en el que me quiero centrar. Expone que las vacaciones existen para “prevenir principalmente el estrés u otras patologías”. Sí, por lo visto, dicho período de descanso tiene una función preventiva de ansiedad y de desequilibrios psicológicos estresantes.
Pero muchos de los que estáis leyendo este artículo conoceréis por terceros o en vuestras propias vidas que eso no siempre es así. Muchas veces esas vacaciones son generadoras de estrés, de ansiedad, de pensamientos obsesivos, de envidias, de decaimiento…Y os preguntaréis por qué se produce ese efecto contrario…
Para empezar, las vacaciones no se pueden disfrutar desde el primer día que no tenemos que ir a trabajar. Al igual que cuando tenemos en el horizonte una situación inquietante y anticipamos la ansiedad, en este caso tendríamos que forzarnos a actuar de la misma manera; tenemos la obligación mental de vivir y disfrutarlas mucho antes de que lleguen, ilusionándonos, planificándolas e imaginándolas en positivo. Para ello, es muy útil la técnica denominada “Visualización en Positivo”, que nos ayudará a magnificar dicho suceso antes de que se llegue a producir.
En referencia al tipo de vacaciones, hay muchas personas que por diversos motivos no pueden cambiar de entorno, viajar, permitirse lujos, gastar más dinero de lo habitual, etc. La sensación que experimentan es de no estar de vacaciones, de no ser un período de descanso ni de desconexión mental. Pero para poder disfrutarlas no son necesarias todas esas cosas. Las vacaciones se pueden vivir siempre y cuando tengamos lo que denomino “actitud vacacional”, consistente en quitarle importancia a los problemas o impedimentos que tengamos en esos días, disfrutando de cada cosa que ocurra y sacándole un “jugo” especial a cada experiencia distinta que vivamos. Pensad que la parte esencial del concepto “vacaciones” está en hacer algo diferente de lo que hacemos normalmente el resto del año. Eso es lo que realmente ayuda a sentirnos despejados y relajados. Para mí, el simple hecho de no ir a la consulta, ya son vacaciones.
Pero lo más importante de todo es entender que nuestra mente no puede pasar de estar activa, alerta y con diversas funciones durante el año y pretender que disfrute de ese tiempo dejándola vacía de contenido. Muchas personas conciben esa época para no hacer absolutamente nada. Y no podemos olvidar que la mente está diseñada para tener información, destrezas y habilidades y, cuantas más tenga, mejor se sentirá. Muchos de los sentimientos negativos que provocan las vacaciones provienen de dejar la mente sin esa utilidad necesaria para que se sienta bien.
En definitiva, las claves para disfrutar de las vacaciones serían: anticiparlas en positivo, potenciar esa “actitud vacacional” y dotarla de contenido. Solo de esa manera sabremos aprovecharlas y desconectar adecuadamente.
Ponte a ello y haz de esos días algo especial.
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