Esta frase sugiere, para muchas personas, una época llena de momentos alegres, regalos, reuniones de amigos, salidas sociales, encuentros con personas del pasado, etc. Situaciones felices que hacen de este mes algo especial.
Pero es cierto que para otras muchas, es una época llena de recuerdos tristes, de desequilibrios emocionales, de añoranzas, de sentimientos encontrados,… Parece que nuestra mente se predispone, en esta época del año,  a potenciar el recuerdo de las personas que ya no están con nosotros. Eso hace que muchas personas terminen odiando la Navidad y todo lo que ello le supone.
Además, hay otro grupo de personas que rechazan todo lo que tiene que ver con esta fiesta por relacionarla con las creencias católicas y por sentirla como una demostración hipócrita de la iglesia. Por tanto, todo lo referente a ella es denostado y criticado.
Pero si nos referimos a la faceta psicológica, es cierto que las épocas del año ayudan o debilitan a la persona, sobre todo porque las relacionamos con momentos emocionales vividos en el pasado. Pero lo importante no es lo que se ha vivido, sino lo que se ha aprendido de todo ello. No podemos permitirnos el lujo de sufrir los momentos críticos sin sacarles enseñanzas y aprendizajes para nuestra vida.
En definitiva, nuestra mente tiene la capacidad de ser “engañada” por nosotros a nuestro antojo. Es moldeable y manejable en función de lo que queramos creer y sentir. Nuestra conducta, nuestra actitud y nuestras ganas pueden hacer que nuestra mente actúe de la manera que, más o menos, queramos que actúe.
Por tanto, esta época del año no podemos sufrirla, sino vivirla. No podemos pensar en aquellas personas que ya no están y olvidarnos de las que tenemos presentes; no podemos hacer que una época del año sea negativa para nuestra vida porque la relacionemos con creencias religiosas. En definitiva, no podemos perder la oportunidad de disfrutar y de ser feliz por esas barreras que casi todos presentamos.
La Navidad es mucho más que eso, o mucho menos, según se mire; es la “excusa” perfecta para disfrutar de días de vacaciones, de salidas sociales, de regalos, de ver la felicidad reflejada en la cara de los niños, de cambiar hábitos de vida que nos ayudan tanto a salir de la rutina, … Es momento de llenarnos de un espíritu que va más allá de las creencias religiosas que una persona puede tener. Es simplemente una época para que nuestra mente disfrute, se relaje, salga de lo cotidiano, se alegre,…
Dejemos de vivir la Navidad que nos han enseñado, y empecemos a vivirla como queramos. Si toda la parafernalia que la Navidad conlleva nos ayuda a estar más felices, más ilusionados, más distraídos, más bondadosos con los demás,…, ¿no es razón suficiente como para disfrutar de ella?
Esperando que tod@s sepamos valorar lo que tenemos y darle el uso adecuado, os deseo
¡¡UNAS FELICES FIESTAS!! 
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